“En primero se aprende a leer y a escribir”, así se dijo siempre, pero esto, ¿es tan así?
El aprendizaje de la lectura y la escritura es un proceso individual donde intervienen factores cognitivos y madurativos, es por eso que no podemos esperar que suceda en forma simultánea en cada niño o niña. Por lo general, cuando se transita la sala de 5 del nivel inicial y el primer grado de primaria, la expectativa respecto a leer y escribir se vuelve más alta.
Por supuesto que eso es percibido por los niños y niñas y muchas veces en este punto comienza una especie de tire-y-afloje entre lo que pidió la maestra, lo que las familias piensan que ya deberían poder hacer y lo que los niños y niñas efectivamente pueden realizar.
Algunas veces sucede que en la desesperación de “mi hijo o hija todavía no lee y ya DEBERÍA HACERLO” pasan cosas extrañas que nos llevan a confiar en que haciendo ciertos cuadernillos que se compran por ahí, el aprendizaje sucederá. En ese momento parece que todo eso de entender que cada camino es un proceso y que tiene muchísimas variables es olvidado. Ahí, como muchas otras veces, es importante poder parar y observar.
Pablo Bernasconi Pablo Bernasconi Pablo Bernasconi
El aprendizaje de la escritura no sucede de un día para el otro, no es mágico y el momento de la lectura autónoma de un libro, tan deseado por las familias, demora en llegar. Para aprender a leer y a escribir (que son dos procesos conectados pero separados) van a ser atravesadas muchas etapas en las que progresivamente va a cambiar la ayuda que se necesite.
Lo que es clave es entender que para aprender no hace falta que nos digan las letras que tenemos que poner o que nos hagan deletrear para leer. Lo que necesitan quienes están aprendiendo es que les brindemos oportunidades para escribir y leer mucho, en distintos contextos. Y especialmente, necesitan que cuando lo hagan haya reconocimiento de que eso que están haciendo es leer y escribir, que les mostremos que hay un camino, que todavía les falta pero que lo están caminando.
Es necesario que se les permita tomar el riesgo de escribir como les salga, como les suene, de que anticipen lo que puede estar escrito, que intenten sus primeras lecturas.
Y digo justamente tomar el riesgo porque muchas veces los chicos y las chicas así lo sienten, como si fuera un poco tirarse al vacío, a eso que para nosotros ya en edad adulta nos parece tan obvio, pero es tan difícil. Es muy importante no naturalizar nada respecto al aprendizaje de la lectura y la escritura, todo se aprende, desde que escribimos de izquierda a derecha hasta como suenan la M con la A.

Lo importante entonces es que se pueda habilitar mucha escritura y mucha lectura, mostrarse todo el tiempo lectores y escritores, mostrar para qué sirve leer y escribir más allá, mucho más allá, del código. Pero, cuando lo que estamos mirando es el código, una ayuda, en el inicio de las lecturas autónomas, puede ser ofrecer libros que estén escritos en imprenta mayúscula , de modo tal que la lectura sea más amigable. También acercarles libros cuyos soportes gráficos permitan anticipar y ajustar las lecturas y colaboren en la construcción de sentidos (libros ilustrados, libros álbum e incluso historietas).
Cada momento de leer en familia puede ser un momento de disfrute y no de “desciframiento del código”. Si se logra de a poco ir construyendo y habilitando sus lecturas y escrituras el camino va a ser puro disfrute para todas las partes, es cuestión de animarse a compartirlo en familia.
Les dejamos un capítulo del programa Caminos de Tiza, de Mirta Goldberg, que lo dedica especialmente a la alfabetización inicial y habla sobre cómo ocurre eso hoy en las escuelas. ¡Súper recomendable!
*Alejandra Pryluka es maestra de primaria y especialista en alfabetización inicial, tiene una cuenta de Instagram donde brinda mucha información, les recomendamos visitarla: . Escribió este texto especialmente para las familias de Pantuflas Libros que sabemos que están muy interesadas por este tema. Seguila en @el.cuaderno.rojo.